Para que colorear un mandala se convierta en una práctica de mindfulness solo hace falta concentrarse en las sensaciones: navegar por las formas, disfrutar con los colores, apreciar el tacto del lápiz en la hoja o el sonido del coloreado. Respirar profundamente antes de iniciar el mandala nos ayudará a prepararnos, a disminuir el ruido mental y embarcarnos en una aventura placentera, donde solo importa el aquí y el ahora.